*Su dueño fue Don Manuel Madeira, apodado "El Portugués", quien se dedicó a tareas comerciales.
*Su particular disposición en la traza urbana, sin un registro preciso de la limitación de la propiedad, avanza sobre el espacio de la calle, generando un espacio de notable singularidad.
*De antiguedad similar a la Iglesia.
*A una cuadra del Antiguo Camino Real (hoy calle Santa Rosa)
*En esa época las escrituras de tierras llevaban la inscripción "¡Viva la Santa Federación!, ¡Mueran los Salvajes Unitarios!"
*Alguna vez un fabricante de ladrillos de la zona costera santafesina expresó:"...en esa casa estuvo descansando el Brigadier López, cuando desde San José del Rincón, los blandengues y las milicias rinconeras impedían el ingreso de los invasores unitarios y de los aborígenes...".
*Y ahí cerquita, según la tradición oral el célebre cacique Mateo El Grande fue muerto por rinconeros en 1820. Había mantenido en jaque a la ciudad de Santa Fe y al mismo Brigadier López durante años.
(p.51, El Paisaje Costero en S. J. del Rincón -Otros vestigios coloniales- Zarza; Graciela y González; Clelia).

viernes, 8 de marzo de 2013

La casa de los cuervos

Apenas transponemos el Arroyo hacia el Norte, desde sus mismas estribaciones y hacia el lado del río, adonde el Colastiné forma un recodo, se divisa lo que queda de la llamada "Casa de los Cuervos", que quedó inmortalizada en el título de una novela de Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría), la que se basa en hechos reales, ocurridos en Santa Fe, durante los años l877 y l878, de revoluciones contra el gobierno autonomista.
En la casa habían criado una pareja de cuervos, que dormían entre los arboles del parque que rodeaba la misma, y solían acompañar al capataz cuando se repuntaban las ovejas, ayudando a arriarlas a picotazos. Cuando dejaban escuchar cada tanto sus graznidos, se decía que anunciaban una desgracia. "Cría cuervos, y te sacarán los ojos". Han escuchado ese viejo refrán? Si se las cría de pichones, alimentándolas de la mano, estas aves de hacen mansas, y siguen en vuelo a sus amos cuando salen a caballo hacia el campo. Pero si el dueño llegara a tener algún accidente, a rodar con el caballo y quedar herido o desmayado por tierra, a esos animalitos les surge el instinto y caen sobre él como lo hacen con cualquier otra presa moribunda, picándole en primer lugar los ojos, que le arrancan, para proseguir después con el resto del cuerpo. A veces se hacen favores, se ayuda, se da sustento a gente, que después nos paga ingratamente, traicionándonos, hablando mal de nosotros, atacándonos desde el lugar que menos lo esperábamos. No hay que sorprenderse de esto. Es natural, el favor crea una atadura para el que lo recibe, y puede ser que tarde o temprano, aún inconscientemente, esté dispuesto a volverse contra quien lo favoreció. Tal vez no hemos tenido en cuenta el consejo de la poesía española: "Si das, da solo por darlo / que no es don, el que es intento/ y no temas que haya ingratos/ que es parte de merecerlos". Por lo tanto, si damos ayuda, convenzamos al otro que no nos debe nada, y que vaya tranquilo. La gente odia que le recuerden favores y por eso es tan común la ingratitud. No hay que enojarse por ella, sino repetir el refrán: "Cría cuervos, y te sacaran los ojos."
Bueno, la novela de Hugo Wast, que fue llevada al cine, personifica en el capitán Insúa a un personaje real, Francisco Iturraspe, que derrotado en una revolución en la batalla de Los Cachos, fue recogido herido por el Leyes en una canoa en que paseaba la hija del señor de la Casa de los Cuervos, en donde fue curado y allí nació un romance con aquella, para luego organizar una nueva revuelta al año siguiente, l878, desapareciendo realmente en la acción, sin que se encontraran nunca más sus rastros.
Pero esto nos lleva a la historia de otro hito en el camino de la costa.; la casa de Iturraspe y el combate de Los Cachos, a los que nos referiremos más adelante en nuestro itinerario.

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