Imagínense la Argentina de principios del siglo XIX: Rosas gobernando el país, federales vs unitarios, inmensas estancias, carruajes, esclavos y grandes vestidos. En el seno de una de las familias federales más tradicionales de la provincia de Buenos Aires nace Camila O Gorman. Su alta alcurnia le permitió rodearse de las personas más poderosas e influyentes del país. Tal es así que no era raro que los O Gorman visitaran al gobernador Rosas en su estancia y que asistieran a bailes en su casa, fruto de estas visitas nace una gran amistad entre Camila y la hija de Rosas, Manuelita.
La vida de Camila hubiera sido igual a la de tantas mujeres de clase alta de la época, seguramente se hubiera casado con algún primo o algún hombre cuyo apellido y fortuna le hubiese convenido a su familia. Sin embargo, a los 18 años, la vida de Camila dio un giro totalmente inesperado.
Un párroco nuevo llegó a la iglesia a la que asistían los O Gorman, el padre Ladislao Gutierrez, un tucumano de tez morena y pelo negro de unos 20 años aproximadamente. Debido a que él también era de una familia federal acomodada de la sociedad argentina, que su tío era el gobernador de Tucumán, y que además había sido compañero de Eduardo, uno de los hermanos de Camila en el seminario, el padre Gutierrez no tardó en frecuentar las reuniones en la casa de la familia O Gorman.
Nadie sabe realmente cómo fue pero yo me imagino que en medio de la charla política, la tertulia y, por qué no, la misa diaria comenzó a nacer entre estos dos jóvenes un sentimiento nuevo e inesperado.
Al principio debieron ser unas miradas sugestivas entre ellos, después algún roce de manos, quizás un beso de saludo un poco más entusiasta que lo habitual, alguna fantasía no debida revelada en el confesionario, hasta llegar a un gran beso apasionado con los árboles de la inmensa estancia de los O Gorman como escenario de fondo. Claramente ambos sabían de antemano que su amor era su condena, la tradicional sociedad argentina nunca aceptaría la unión entre una de las hijas del respetado Adolfo O Gorman y el padre Gutierrez.
Sin embargo después de algún tiempo de estar escondiéndose entre la vegetación de la estancia para demostrarse su amor Camila y Ladislao deciden fugarse para poder vivir y concretar libremente su amor sin la crítica mirada de los demás. Su idea era irse a vivir a Río de Janeiro, pero como el camino era muy largo decidieron establecerse algún tiempo en Goya, Corrientes, provincia opositora al gobierno de Rosas.
Pasados diez días de la fuga, el padre de Camila denunció el hecho al gobernador Rosas como "el acto más atroz y nunca oído en el país", mientras que un obispo le pidió al gobernador que "en cualquier punto que los encuentren a estos miserables, desgraciados infelices, sean aprehendidos y traídos, para que, procediendo en justicia, sean reprendidos por tan enorme y escandaloso procedimiento".
Los enamorados lejos de las críticas y sin pensar en el escándalo que su amor produjo, ya estaban viviendo en la más pura felicidad. Consiguieron pasaportes falsos a nombre de Máximo Brandier y Valentina Desan y, para reunir algo más de dinero, decidieron abrir una escuela rural, la primera que se fundó en Goya. Al poco tiempo Camila se quedó embarazada.
Pero la felicidad no les duró mucho más tiempo, un sacerdote reconoció a Ladislao y lo denunció. Ese fue el último día que Camila y Ladislao se vieron, al día siguiente los enamorados fueron encarcelados y llevados en carros separados a la prisión de Santos Lugares. Camila desesperada intentó por todos los medios que tenía a su alcance de evitar el fusilamiento, inclusive le mandó una carta a su amiga Manuelita Rosas para que convenciera a su padre para que los deje con vida. Sin embargo esto no fue suficiente, para Rosas dejarlos vivir era permitir que la desobediencia triunfe sobre el orden establecido. El 18 de agosto de 1848 Camila y Ladislao fueron asesinados. Camila tenía un embarazo muy avanzado al momento de su muerte. Este fue uno de los hechos más imperdonables del gobierno de Rosas.
Estoy convencida que Camila jamás se arrepintió de haberse jugado la vida, literalmente, por el amor que sentía por Ladislao y que esos 5 meses que estuvieron juntos valieron más la pena que toda una vida al lado de un hombre al que ella no amaba.
El amor que sintieron Camila y Ladislao fue su condena pero también, y sobre todo, su felicidad mas plena. |
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