El sábado 5 de Agosto se reunieron vecinos de Arroyo Leyes y San José del Rincón, luego de la capacitación organizada conjuntamente por las áreas de turismo de ambas localidades, denominada Anfitriones Turístico de la Provincia de Santa Fe. El encuentro se dio en uno de los sitios de interés histórico patrimonial de la cuatro veces centenaria ciudad que abre el corredor turístico de la Ruta Provincial 1: la Casa del Portugués.
Bruno Comini, propietario del histórico inmueble, abrió las puertas de su hogar para recibir a los interesados en continuar trabajando con la propuesta recibida durante los tres días de Junio que se desarrolló la instancia de formación, para seguir profundizando en la historia, la naturaleza y la cultura de esta zona de la costa santafesina, tan rica en tradiciones y costumbres que merecen ser puestas en valor.
Al grupo se sumaron también algunos alumnos de la Tecnicatura en Turismo de la ciudad de Santa Fe, así como una profesional en la materia que hará su aporte y dará su visión desde la disciplina que convoca a este grupo de entusiastas vecinos.
Surgieron algunas propuestas de la reunión, entre las que merecen ser mencionadas:
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(ver enlace)
https://turismoarroyoleyes.com/2017/08/12/avanza-una-propuesta-para-unir-arroyo-leyes-y-rincon-en-turismo/
Fiel testigo y único ejemplo de la arquitectura doméstica en tiempos de la Santa Fe colonial: muros de adobe, vereda enladrillada, pisos interiores de losetas simil ladrillos, techo de paja protegidos con chapa. Aberturas de madera dura con herrajes originales. Rejas de hierro en fachada y patio. Patio del parral con enladrillado original, pozo de balde y aljibe... Gamboa 1265, tel. 0342 4971667,C.P. 3001 San José del Rincón, Santa Fe - ARGENTINA
*Su dueño fue Don Manuel Madeira, apodado "El Portugués", quien se dedicó a tareas comerciales.
*Su particular disposición en la traza urbana, sin un registro preciso de la limitación de la propiedad, avanza sobre el espacio de la calle, generando un espacio de notable singularidad.
*De antiguedad similar a la Iglesia.
*A una cuadra del Antiguo Camino Real (hoy calle Santa Rosa)
*En esa época las escrituras de tierras llevaban la inscripción "¡Viva la Santa Federación!, ¡Mueran los Salvajes Unitarios!"
*Alguna vez un fabricante de ladrillos de la zona costera santafesina expresó:"...en esa casa estuvo descansando el Brigadier López, cuando desde San José del Rincón*Y ahí cerquita, según la tradición oral el célebre cacique Mateo El Grande fue muerto por rinconeros en 1820. Había mantenido en jaque a la ciudad de Santa Fe y al mismo Brigadier López durante años.
(p.51, El Paisaje Costero en S. J. del Rincón -Otros vestigios coloniales- Zarza; Graciela y González; Clelia).
martes, 15 de agosto de 2017
sábado, 13 de mayo de 2017
Anfitriones Turísticos de la Provincia de Santa Fe. Del 7 al 9/06/17
martes, 14 de febrero de 2017
Ordenanza 082/12. Desarrollo urbano, turístico, industrial, comercial y social de la localidad de San José del Rincón - 2012
http://www.capsf.org.ar/web/modulos/ejercicio_prof./archivos/ordenanza_082.pdf
Foto http://www.regionlitoral.net/2016/11/destinos-santa-fe-san-jose-del-rincon.html
martes, 17 de enero de 2017
Bicentenario del Cruce de los Andes
El 17 de enero de 1817 es la fecha aceptada como el inicio de la campaña libertadora del Ejército de los Andes que consolidó la independencia definitiva de la Argentina, de Chile y del Perú.
Fuente: http://www.crucelosandes.com.ar/
El 17 de enero de hace 200 años, el comandante del Ejército de Los Andes firmó la orden de batalla a su jefe de estado mayor, el brigadier Miguel Estanislao Soler, a quien le indicaba que debía ir a la vanguardia de la columna principal de la fuerza por el Paso de los Patos, en San Juan, que detrás de él iría el escalón del brigadier Bernardo O'Higgins y, por último, seguiría la división al mando del propio jefe de la fuerza.
Soler empezó la marcha hacia la montaña dos días más tarde, pero la orden es el registro oficial de la partida del Ejército Libertador que no detendría el paso emancipador hasta el 9 de diciembre de 1824, cuando los realistas cayeron derrotados en Ayacucho, Perú, la última batalla por la independencia de América del Sur.
La hazaña del cruce de Los Andes no tiene comparación en la historia militar del mundo, ninguno de los antecedentes alcanzó tan altas cumbres (Aníbal, Julio César y Napoleón Bonaparte en Los Alpes y Bolivar en 1819 en Los Andes de la Gran Colombia) y tampoco tuvieron que afrontar escaramuzas bélicas en el trayecto montañoso, como fueron las que protagonizó la fuerza comandada por el Libertador.
San Martín fue el último soldado en partir desde El Plumerillo, el 25 de enero, pero estuvo entre los primeros en llegar al punto de reunión de la fuerza principal, entre el 7 y el 8 de febrero de 1817, en el valle de Aconcagua, previo a la batalla en la cuesta de Chacabuco.
En una carta a Tomás Godoy Cruz, poco antes de partir desde Mendoza, San Martín le decía "ya estamos en capilla... Y sin un solo real estamos en la inmortal Provincia de Cuyo".
El comandante transitó detrás de todo el ejército, de acuerdo con un estilo que había impuesto Napoleón en la campaña a Rusia en 1812.
La seis columnas del Ejército de Los Andes cruzaron la cordillera por el punto más alto de la cadena montañosa: Mendoza, San Juan y La Rioja, en la primera de las cuales está el Cordón del Plata (nieve eterna), donde se levantan el Aconcagua (6.962 msndm), el Mercedario y otros picos, entre los más altos de América.
La cadena de Los Andes estaba abierta al tránsito a pie y a mula entre diciembre y mediados de marzo, verano que no garantizaba que no hubiera temporales de nieve y viento, como fue el que sufrieron las huestes de la columna del coronel Las Heras y la del batallón de Fray Luis Beltrán, que llevaba la artillería pesada por el paso de Uspallata, en Mendoza.
A la altura de Mendoza y de San Juan, la cordillera de Los Andes tiene la particularidad de presentar cuatro cadenas de cerros: el primer cordón es la precordillera, el segundo la cordillera del Tigre, el tercero lleva el nombre de El Espinacito, donde los picos alcanzan la mayor altura y en el cuarto está la divisoria de aguas entre la Argentina y Chile.
El 8 de febrero, al terminar el cruce, cuatro días antes de la batalla de Chacabuco, San Martín le escribió al Director Supremo de las Provincias Unidas, Juan Martín de Pueyrredón -su gran aliado político en esta empresa-: "El tránsito sólo de esta sierra ha sido un triunfo. Dígnese vuestra excelencia figurarse la mole de un Ejército moviéndose con embarazoso bagaje de subsistencia para casi un mes... Por un camino de cien leguas, cruzado por eminencias escarpadas, desfiladeros, travesías, profundas angosturas, cortado por cuatro cordilleras".
Lo que quiso destacar San Martín a Pueyrredón fue el éxito del cruce del Ejército, en una misión que de haber fracasado habría postergado no se sabe por cuánto tiempo la lucha por la independencia americana... Y todavía faltaban librar las batallas, las que definirían la campaña, las que lo convirtieron en el Padre de la Patria.
La aventura del cruce demandó, además, una formidable operación de inteligencia por parte de San Martín, quien en todo momento tuvo presente que si no dividía las fuerzas realistas podía caer en la primera batalla contra los realistas todo el proyecto independentista. Esta acción de combate se la conoce hoy como la Guerra de Zapa (trabajo solapado para conseguir un fin).
Los otros pasos usados por las tropas fueron por el sur de Mendoza: el de San Carlos llevó como jefe al capitán José León Lemos, que transitó por territorio Pehuenche y el del Planchón al mando del capitán de Granaderos a Caballo, Ramón Freire, que traspasó la cordillera con una altura media de 3.800 msndm. Freire partió desde el Plumerillo el 14 de enero. Freire llegó años más tarde a Director Supremo de Chile.
La división San Juan, cuyo jefe fue el teniente coronel Juan Manuel Cabot, inició la marcha el 12 de enero, debiendo afrontar una gran dificultad en el vadeo del río San Juan por el abundante caudal del deshielo veraniego. El invierno de 1816 había sido muy frío y con muchas nevadas en alta montaña, según consignan las crónicas de la época.
La columna de La Rioja emprendió la travesía por el paso de Come Caballos al mando del coronel Francisco Zelada, que había formado parte del Ejército del Norte del general Manuel Belgrano hasta emprender la marcha a Chile. Mientras estuvo en territorio argentino, Belgrano controló y asistió a la división.
Por Uspallata cruzó el coronel Juan Gregorio de Las Heras con una fuerza estimada en mil hombres y detrás trepó la columna de la artillería, que no llegó a tiempo para cañonear en Chacabuco.
De acuerdo con el general (RE) Diego Soria, miembro del Instituto Sanmartiniano, el ejército del Libertador atravesó la espina vertebral de la América del Sur con 4.500 hombres, entre soldados, 3.900, y otros 1.600 hombres de la maestranza, baqueanos y chasques que cumplieron con la esforzada y anónima tarea de comunicar lo que ocurría durante los 24 días de marcha a cada uno de los jefes y, en especial, al comandante.
Todos los hombres, incluida la infantería, cruzaron a lomo de mula, el único cuadrúpedo confiable en los caminos de montaña. "Si se planta la mula, es porque no se puede pasar", dice una máxima vigente entre los baqueanos. Se usaron 10 mil mulas para servir al cruce, entre cabalgaduras de los efectivos y las de transporte de munición, enceres y vituallas.
Los 1.200 caballos que habían salido en los primeros días de enero desde el Plumerillo llegaron a la batalla de Chacabuco el 12 de febrero sin ser montados, los llevaron de las riendas cada uno de los Granaderos para no forzarlos y tampoco exponerlos en un terreno donde no eran aptos.
Los caballos salieron del Plumerillo con anticipación a la columna principal para ser herrados en la estancia Los Manantiales, en plena sierra.
Junto con mulas y caballos, fueron arreadas 600 reses para ser carneadas durante el camino. Entre las previsiones de comida, San Martín ordenó el armado de seis mil arrobas (unidad de peso de la época de 35 kg. cada una), porque en la cordillera no había aprovisionamiento posible y tampoco pasto para los animales. También cargaron forraje para los animales.
Las previsiones de abastecimiento resultaron satisfactorias e incluyeron vino y aguardiente para los soldados para el caso de sufrir frío y mal tiempo en la montaña, que aun en verano puede se mortal si no se toman los recaudos. La ropa de abrigo y los uniformes fueron los adecuados para soportar la invernada de altura.
Al cabo del cruce, el Ejército de Los Andes sólo había perdido 300 hombres de los 4.500 que habían iniciado la travesía de montaña, sólo superada en altura media por la cordillera del Himalaya, en Asia. Todas las bajas fueron productos de enfermedades y accidentes de la sierra.
Cada una de las columnas tuvieron una misión general: llegar a Chile en condiciones de combate y una particular: tomar el poder en la zona en la que desembocaban.
La columna principal que cruzó por Los Patos y la de Las Heras, que lo hizo por Uspallata, debían prepararse para enfrentar la división más importante realista, que según lo previsto por San Martín, los esperaría en la cuesta de Chacabuco.
La carta a Pueyrredón consigna el éxito del cruce, pero también coincide con el momento en que el Ejército de Los Andes se reagrupa para el enfrentamiento decisivo. La fuerza Libertadora -le señala San Martín al jefe político del país- está entera y presta a librar batalla.
El 12 de febrero se produjo la batalla de Chacabuco, que luego de cuatro horas "de fuego vivísimo", según la descripción de San Martín en una carta a Belgrano, el Ejército de Los Andes acabó con la resistencia realista. Los leales a la corona española tuvieron 600 muertos, 500 prisioneros y más de mil fusiles pasaron a manos americanas.
San Martín ordenó no perseguir al enemigo en la huida, dado el cansancio de los hombres y de la caballada que había cruzado Los Andes en 24 días y librado con éxito el primer combate que permitió proclamar al Libertador: "Todo Chile ya es nuestro. Nos batimos con una división enemiga de dos mil hombres. Los que murieron de los nuestros no alcanzan a cincuenta", añadió a Belgrano.
Para el general Soria, "la campaña del cruce de Los Andes es el punto de inflexión de la epopeya libertadora, a partir de aquí los realistas perdieron la iniciativa histórica y militar. Esto influyó en el resto del continente. Este es el valor del cruce y del triunfo en Chacabuco".
Los restos del general José de San Martín descansan hoy en una capilla dentro de la catedral de la ciudad de Buenos Aires, donde también hay dos urnas con los de sus amigos los generales Tomas Guido y Juan Gregorio de Las Heras.
En las paredes hay placas de mármol con los nombres de las batallas de San Lorenzo, Chacabuco, Maipú y Lima, adonde ingresó sin disparar un sólo tiro. Pero no está la de la hazaña del cruce de Los Andes.
Fuente: http://www.telam.com.ar/notas/201701/176779-la-osadia-del-general-san-martin-y-su-enorme-hazana-libertadora.html
Fuente: http://www.crucelosandes.com.ar/
El 17 de enero de hace 200 años, el comandante del Ejército de Los Andes firmó la orden de batalla a su jefe de estado mayor, el brigadier Miguel Estanislao Soler, a quien le indicaba que debía ir a la vanguardia de la columna principal de la fuerza por el Paso de los Patos, en San Juan, que detrás de él iría el escalón del brigadier Bernardo O'Higgins y, por último, seguiría la división al mando del propio jefe de la fuerza.
Soler empezó la marcha hacia la montaña dos días más tarde, pero la orden es el registro oficial de la partida del Ejército Libertador que no detendría el paso emancipador hasta el 9 de diciembre de 1824, cuando los realistas cayeron derrotados en Ayacucho, Perú, la última batalla por la independencia de América del Sur.
La hazaña del cruce de Los Andes no tiene comparación en la historia militar del mundo, ninguno de los antecedentes alcanzó tan altas cumbres (Aníbal, Julio César y Napoleón Bonaparte en Los Alpes y Bolivar en 1819 en Los Andes de la Gran Colombia) y tampoco tuvieron que afrontar escaramuzas bélicas en el trayecto montañoso, como fueron las que protagonizó la fuerza comandada por el Libertador.
San Martín fue el último soldado en partir desde El Plumerillo, el 25 de enero, pero estuvo entre los primeros en llegar al punto de reunión de la fuerza principal, entre el 7 y el 8 de febrero de 1817, en el valle de Aconcagua, previo a la batalla en la cuesta de Chacabuco.
En una carta a Tomás Godoy Cruz, poco antes de partir desde Mendoza, San Martín le decía "ya estamos en capilla... Y sin un solo real estamos en la inmortal Provincia de Cuyo".
El comandante transitó detrás de todo el ejército, de acuerdo con un estilo que había impuesto Napoleón en la campaña a Rusia en 1812.
La seis columnas del Ejército de Los Andes cruzaron la cordillera por el punto más alto de la cadena montañosa: Mendoza, San Juan y La Rioja, en la primera de las cuales está el Cordón del Plata (nieve eterna), donde se levantan el Aconcagua (6.962 msndm), el Mercedario y otros picos, entre los más altos de América.
La cadena de Los Andes estaba abierta al tránsito a pie y a mula entre diciembre y mediados de marzo, verano que no garantizaba que no hubiera temporales de nieve y viento, como fue el que sufrieron las huestes de la columna del coronel Las Heras y la del batallón de Fray Luis Beltrán, que llevaba la artillería pesada por el paso de Uspallata, en Mendoza.
A la altura de Mendoza y de San Juan, la cordillera de Los Andes tiene la particularidad de presentar cuatro cadenas de cerros: el primer cordón es la precordillera, el segundo la cordillera del Tigre, el tercero lleva el nombre de El Espinacito, donde los picos alcanzan la mayor altura y en el cuarto está la divisoria de aguas entre la Argentina y Chile.
El 8 de febrero, al terminar el cruce, cuatro días antes de la batalla de Chacabuco, San Martín le escribió al Director Supremo de las Provincias Unidas, Juan Martín de Pueyrredón -su gran aliado político en esta empresa-: "El tránsito sólo de esta sierra ha sido un triunfo. Dígnese vuestra excelencia figurarse la mole de un Ejército moviéndose con embarazoso bagaje de subsistencia para casi un mes... Por un camino de cien leguas, cruzado por eminencias escarpadas, desfiladeros, travesías, profundas angosturas, cortado por cuatro cordilleras".
Lo que quiso destacar San Martín a Pueyrredón fue el éxito del cruce del Ejército, en una misión que de haber fracasado habría postergado no se sabe por cuánto tiempo la lucha por la independencia americana... Y todavía faltaban librar las batallas, las que definirían la campaña, las que lo convirtieron en el Padre de la Patria.
La aventura del cruce demandó, además, una formidable operación de inteligencia por parte de San Martín, quien en todo momento tuvo presente que si no dividía las fuerzas realistas podía caer en la primera batalla contra los realistas todo el proyecto independentista. Esta acción de combate se la conoce hoy como la Guerra de Zapa (trabajo solapado para conseguir un fin).
Los otros pasos usados por las tropas fueron por el sur de Mendoza: el de San Carlos llevó como jefe al capitán José León Lemos, que transitó por territorio Pehuenche y el del Planchón al mando del capitán de Granaderos a Caballo, Ramón Freire, que traspasó la cordillera con una altura media de 3.800 msndm. Freire partió desde el Plumerillo el 14 de enero. Freire llegó años más tarde a Director Supremo de Chile.
La división San Juan, cuyo jefe fue el teniente coronel Juan Manuel Cabot, inició la marcha el 12 de enero, debiendo afrontar una gran dificultad en el vadeo del río San Juan por el abundante caudal del deshielo veraniego. El invierno de 1816 había sido muy frío y con muchas nevadas en alta montaña, según consignan las crónicas de la época.
La columna de La Rioja emprendió la travesía por el paso de Come Caballos al mando del coronel Francisco Zelada, que había formado parte del Ejército del Norte del general Manuel Belgrano hasta emprender la marcha a Chile. Mientras estuvo en territorio argentino, Belgrano controló y asistió a la división.
Por Uspallata cruzó el coronel Juan Gregorio de Las Heras con una fuerza estimada en mil hombres y detrás trepó la columna de la artillería, que no llegó a tiempo para cañonear en Chacabuco.
De acuerdo con el general (RE) Diego Soria, miembro del Instituto Sanmartiniano, el ejército del Libertador atravesó la espina vertebral de la América del Sur con 4.500 hombres, entre soldados, 3.900, y otros 1.600 hombres de la maestranza, baqueanos y chasques que cumplieron con la esforzada y anónima tarea de comunicar lo que ocurría durante los 24 días de marcha a cada uno de los jefes y, en especial, al comandante.
Todos los hombres, incluida la infantería, cruzaron a lomo de mula, el único cuadrúpedo confiable en los caminos de montaña. "Si se planta la mula, es porque no se puede pasar", dice una máxima vigente entre los baqueanos. Se usaron 10 mil mulas para servir al cruce, entre cabalgaduras de los efectivos y las de transporte de munición, enceres y vituallas.
Los 1.200 caballos que habían salido en los primeros días de enero desde el Plumerillo llegaron a la batalla de Chacabuco el 12 de febrero sin ser montados, los llevaron de las riendas cada uno de los Granaderos para no forzarlos y tampoco exponerlos en un terreno donde no eran aptos.
Los caballos salieron del Plumerillo con anticipación a la columna principal para ser herrados en la estancia Los Manantiales, en plena sierra.
Junto con mulas y caballos, fueron arreadas 600 reses para ser carneadas durante el camino. Entre las previsiones de comida, San Martín ordenó el armado de seis mil arrobas (unidad de peso de la época de 35 kg. cada una), porque en la cordillera no había aprovisionamiento posible y tampoco pasto para los animales. También cargaron forraje para los animales.
Las previsiones de abastecimiento resultaron satisfactorias e incluyeron vino y aguardiente para los soldados para el caso de sufrir frío y mal tiempo en la montaña, que aun en verano puede se mortal si no se toman los recaudos. La ropa de abrigo y los uniformes fueron los adecuados para soportar la invernada de altura.
Al cabo del cruce, el Ejército de Los Andes sólo había perdido 300 hombres de los 4.500 que habían iniciado la travesía de montaña, sólo superada en altura media por la cordillera del Himalaya, en Asia. Todas las bajas fueron productos de enfermedades y accidentes de la sierra.
Cada una de las columnas tuvieron una misión general: llegar a Chile en condiciones de combate y una particular: tomar el poder en la zona en la que desembocaban.
La columna principal que cruzó por Los Patos y la de Las Heras, que lo hizo por Uspallata, debían prepararse para enfrentar la división más importante realista, que según lo previsto por San Martín, los esperaría en la cuesta de Chacabuco.
La carta a Pueyrredón consigna el éxito del cruce, pero también coincide con el momento en que el Ejército de Los Andes se reagrupa para el enfrentamiento decisivo. La fuerza Libertadora -le señala San Martín al jefe político del país- está entera y presta a librar batalla.
El 12 de febrero se produjo la batalla de Chacabuco, que luego de cuatro horas "de fuego vivísimo", según la descripción de San Martín en una carta a Belgrano, el Ejército de Los Andes acabó con la resistencia realista. Los leales a la corona española tuvieron 600 muertos, 500 prisioneros y más de mil fusiles pasaron a manos americanas.
San Martín ordenó no perseguir al enemigo en la huida, dado el cansancio de los hombres y de la caballada que había cruzado Los Andes en 24 días y librado con éxito el primer combate que permitió proclamar al Libertador: "Todo Chile ya es nuestro. Nos batimos con una división enemiga de dos mil hombres. Los que murieron de los nuestros no alcanzan a cincuenta", añadió a Belgrano.
Para el general Soria, "la campaña del cruce de Los Andes es el punto de inflexión de la epopeya libertadora, a partir de aquí los realistas perdieron la iniciativa histórica y militar. Esto influyó en el resto del continente. Este es el valor del cruce y del triunfo en Chacabuco".
Los restos del general José de San Martín descansan hoy en una capilla dentro de la catedral de la ciudad de Buenos Aires, donde también hay dos urnas con los de sus amigos los generales Tomas Guido y Juan Gregorio de Las Heras.
En las paredes hay placas de mármol con los nombres de las batallas de San Lorenzo, Chacabuco, Maipú y Lima, adonde ingresó sin disparar un sólo tiro. Pero no está la de la hazaña del cruce de Los Andes.
Fuente: http://www.telam.com.ar/notas/201701/176779-la-osadia-del-general-san-martin-y-su-enorme-hazana-libertadora.html
miércoles, 4 de enero de 2017
Pacto Federal del 4 de enero de 1831
Bandera usada por las provincias del Pacto Federal hacia 1857.
30-PACTO FEDERAL 1831Asambleas Constituyentes Argentinas. T. VI, 2° parte,
p. 207 ss, Sasbay, p. 233
Pacto Federal del 4 de enero de 1831
Deseando los gobiernos de Santa Fe, Buenos
Aires y Entre Ríos estrechar cada vez
más los vínculos que felizmente los unen; y creyendo que así lo reclaman sus intereses
particulares y los de la Repúb
lica, han nombrado para este fin sus respectivos diputados a
saber: el gobierno de Santa Fe al señor D. Do
mingo Cullen; el de Bue
nos Aires al señor D.
José María Rojas y Patrón y el de Entre Ríos
al señor D. Antonio Crespo. Quienes después
de haber canjeado sus respectivos poderes se hallaron extendidos en buena y debida
forma; y teniendo presente el
tratado preliminar celebrado
en la ciudad de Santa Fe el
veintitrés de febrero último entre los gobierno
s de dicha provincia y la de Corrientes;
teniendo también presente in
vitación que con fecha veinti
cuatro del expresado mes de
febrero hizo el gobierno de Santa Fe al de
Buenos Aires, y la convención preliminar
ajustada en Buenos Aires el veintitrés de
marzo del año anterior entre los gobiernos de
esta provincia y la de Corrientes, así como
la del tratado celebrado el tres de mayo último
en la capital de Entre Ríos entre su gobierno y el de Corrientes; y finalmente considerando
que la mayor parte de los pueblos de la República ha proclamado del modo más libre y
espontáneo la forma de gobierno federal, han
convenido en los artículos siguientes:
Artículo 1°:
Los gobiernos de Santa Fe, Buenos Aires
y Entre Ríos rati
fican y declaran en
su vigor y fuerza los
tratados anteriores celebr
ados entre los mismos
gobiernos en la parte
que estipulan paz firme, amistad y unión
estrecha y permanente; reconociendo
recíprocamente su libertad, indepe
ndencia, representación y derechos.
Artículo 2°:
Las provincias de Santa Fe, Buenos Ai
res y Entre Ríos se obligan a resistir
cualquier invasión extranjera que se haga, bien sea en el territori
o de cada una de las
provincias contratantes o de cualquiera de
las otras que componen el Estado argentino.
Artículo 3°:
Las provincias de Santa Fe, Buenos Aire
s y Entre Ríos se
ligan y constituyen
el alianza ofensiva y defensiv
a contra toda agresión o preparac
ión de parte de cualquiera
de las demás provincias de la República
(lo que Dios no permita), que amenace la
integridad e independencia de
sus respectivos territorios.
Artículo 4°:
Se comprometen a no oír, ni hacer pr
oposiciones, ni celebrar tratado alguno
particular una provincia por si sola con otra de las litorales, ni con ningún otro gobierno,
sin previo avenimiento expreso de la demás
provincias que forman la presente federación.
Artículo 5°:
Se obligan a no re(h)usar su consentim
iento expreso para cualquier tratado
que alguna de las tres provincias litorales quier
a celebrar con otra de ellas o de las demás
que pertenecen a la República;
siempre que tal tratado no perj
udique a otra de las mismas
tres provincias o a los intereses gene
rales de ellas o de toda la República.
Artículo 6°:
Se obligan también a no (tolerar) que
persona alguna de su territorio ofenda a
cualquiera de las otras dos provincias o a su
s respectivos gobiernos, y a guardar la mejor
armonía posible con todos los gobiernos amigos.
Artículo 7°:
Prometen no dar asilo a ningún criminal que se acoja a una de ellas, huyendo
de las otras dos por delito, cualquiera qu
e sea, y ponerlo a dis
posición del gobierno
respectivo que lo reclame como tal. Entendiéndos
e que el presente artículo solo regirá a
los que se hagan criminales después de la
ratificación y publicación de este tratado.
Artículo 8°:
Los habitantes de las tres provincias litorales gozarán recíprocamente de la
franqueza y seguridad de entrar con sus buques
y cargas en todos los puertos, ríos y
territorios de cada una ejerciendo en ella su
industria con la mism
a libertad, justicia y
protección que los naturales de la provin
cia, en que residan bien sea permanente o
accidentalmente.
Artículo 9°:
Los frutos y efectos de cualquier es
pecie que se importen o exporten del
territorio o puertos de una pr
ovincia a otra por agua o por tierra no pagarán más derecho
que si fuesen importados por
los naturales de la provinci
a, adonde o de donde se exportan
o importan.
Artículo 10°:
No se concederá a una provincia derecho, gracia, privilegio o exención a las
personas y propiedades de los naturales de e
lla, que no se conceda a los de las otras dos.
Artículo 11°:
Teniendo presente que algunas de las Provincias contratantes ha(n)
determinado por ley que nadie pueda
ejercer en ella la primer
a magistratura sino sus hijos
respectivamente, se exceptúa dicho caso
y otros de igual naturaleza, que fuesen
establecidos por leyes especiales. Entendiéndose
que en caso de hacerse por una provincia
alguna excepción, ha de extenderse a los naturales y propiedades de las otras dos aliadas.
Artículo 12°:
Cualquier provincia de la República que
quiera entrar en la liga que forman
las litorales, será admitida con arreglo a lo
que establece la segunda base del artículo
primero de la citada convención preliminar
celebrada en Santa Fea veintitrés de febrero
del precedente año, ejecutándose este acto con
el expreso y unánime consentimiento de
cada una de las demás provincias federales.
Artículo 13°:
Si llegase el caso de se
r atacada la libertad e independencia de alguna de las
tres provincias litorales por alguna de las que no
entran al presente en el federación, o por
otro cualquier poder extraño, la auxiliarán las otras dos provincias litorales con cuantos
recursos y elementos estén en
la esfera de su poder, según la clase de la invasión,
procurando que las tropas que envíen las pr
ovincias, sean bien vestidas, armadas y
municionadas y que marchen con sus respec
tivos jefes y oficiales. Se acordará por
separado la suma de dinero con que para
este caso deba contribuir cada provincia.
Artículo 14°:
Las fuerzas terrestres o marítimas que se
gún el artículo anterior se envíen en
auxilio de la provincia invadi
da, deberán obrar con sujeción al gobierno de esta, mientras
pisen su territorio y naveguen su
s ríos en clase de auxiliarse.
Artículo 15°:
Ínterin dure el presente estado de cosas y mientras no se establezca la paz
pública de todas las provincias de la República, residirá en la capital de la de Santa Fe
una comisión compuesta de un diputado por cada una
de las tres provincias litorales, cuya
denominación será Comisión Representativa de los Gobiernos de las Provincias Litorales
de la República Argentina, cuyos diputados podrán ser removidos al arbitrio de sus
respectivos gobiernos cuando lo
juzguen conveniente, nombr
ando a otros inmediatamente
en su lugar.
Artículo 16°:
Las atribuciones de esta Comisión serán:
Primera:
celebrar tratados de paz
(a) nombre de las expresadas tres provincias
conforme a las instrucciones que cada uno de
los diputados tenga de su respectivo gobierno y
con la calidad d someter dichos tratados a
la ratificación de cada una de las tres provincias.
Segunda
: hacer declaración de guerra
contra cualquiera otro poder a no
mbre de las tres provincias
litorales toda vez que estas
estén acordes en que se haga tal declaración.
Tercera
: ordenar se levant
e el ejército en
caso de guerra ofensiva o defensiva
y nombrar el general que deba mandarlo.
Cuarta
:
determinar el contingente de tropas con que cada una de las provincias aliadas deba
contribuir conforme al tenor del artículo trece.
Quinta:
invitar a todas las demás
provincias de la República, cuando estén en
plena libertad y tranquilidad, a reunirse en
federación con las litorales y a que por medio de un Congreso General Federativo se
arregle la administración gene
ral del país bajo el sistema federal, su comercio interior y
exterior, su navegación, el c
obro y distribución de las rentas
generales, y el pago de la
deuda de la República, consultando del
mejor modo posible la seguridad, y
engrandecimiento general de la
República, su crédito interior
y exterior, y la soberanía,
libertad e independencia de cada una de las provincias.
Artículo 17°:
El presente tratado deberá ser ratific
ado a los tres días por el gobierno de
Santa Fe, a los seis días por el de Entre Ríos y a los treinta por el gobierno de Buenos
Aires.
Dado en la ciudad de Santa Fe a cuatro
días del mes de ener
o del año de Nuestro
Señor mil ochocientos treinta y uno.
(Fdo.) Domingo Cullen – José María Rosas y Patrón – Antonio Crespo.
Artículo Adicional:
Siendo de la mayor urgencia la c
onclusión del presente tratado y no
habiendo concurrido la provincia de Corriente
s a su celebración por haber renunciado el
señor general D. Pedro Ferré, la comisión que le confirió al efecto, y teniendo muy
fundados y poderosos motivos para creer que a
ccederá a en los términos en que está
concebido, se le invitará por los tres comisi
onados que suscriben a que
adhiriendo a el, lo
acepte y ratifique en todas y cada una de sus
partes del mismo modo que si hubiese sido
celebrado conforme a instrucciones
suyas con su respectivo comisionado.
Dado en la ciudad de Santa Fe a cuatro
días del mes de ener
o del año de Nuestro
Señor mil ochocientos treinta y uno.
(Fdo.) Domingo Cullen – José María Rosas y Patrón – Antonio Crespo
Fuente: http://hum.unne.edu.ar/academica/departamentos/historia/catedras/hist_argen_indep/pactos_trat_acuer/pacto_federal.pdf
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