jueves, 1 de octubre de 2015

"... En casa de la señora Leguizamón no se vendía nada. Ir a ella con el dinero en la mano -los famosos <cuatro> bolivianos o los pesos columnarios de los tiempos de Carlos III- en demanda de los productos de las labores domésticas (y aún de los no domésticos, como el maíz y el zapallo), lo hubiera considerado la señora de la casa como falta de respeto, despachándolo con un:
     - Con la plata, busque su merced lo que necesita en la pulpería, allá en lo del portugués Manuel ...
Libro: Domingo Guzmán Silva. Mi terruño, 1910. 1º Parte, Capítulo II, p. 6 
 

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