jueves, 1 de octubre de 2015

"... Poco a poco aflojó el indio la persecución, cediendo a la superioridad de las armas, al arte de hacer la guerra y al arrojo de los criollos, de modo que la población seminómade, habitante del rancho de cuero, se transformó en sedentaria, edificó sus casas de adobe y paja, levantó capilla para la adoración de Dios y se encontró transformada, por el hábito, en agrícola, siendo el verdadero granero de Santa Fe y Paraná y el núcleo mayor y más compacto de esa industria en la República, al alborear el siglo XVIII..."
Libro: Domingo Guzmán Silva. Mi terruño, 1910. 1º Parte, Capítulo V, p. 57

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