lunes, 17 de septiembre de 2012

Siempre es oportuno regresar a Beatriz Vallejos, a su calidez y a sus poemas esenciales. Estos versos, acaso los más breves, también medulares, nos recuerdan la poética de esta poeta entrañable de San José del Rincón y nos alientan en los rumbos profundos de la poesía argentina.

De las raíces y el cielo. Beatriz Vallejos, en su casa de San José de Rincón, donde escribió gran parte de su obra.

Regreso a mi lejana, temprana adolescencia, al alto mueble de tiempo y libros atesorados por mis padres, que me esperan en la quinta de Rincón.
La razón por la que escribo es una consecuencia natural de todo lo anterior. Los míos fueron pioneros del arte de curar. Mi abuelo materno, el primer médico afincado en la costa. Mi padre, el farmacéutico de Colastiné, cuando Colastiné era puerto de ultramar. Y más allá, remontando la herencia paterna, la preciosa referencia de los guaraníes en las miles de plantas medicinales que los jesuitas ordenaron en un libro. Todo esto signó la vocación de señalar por la poesía las coordenadas de equilibrio en lo armonioso que la naturaleza brindaba. La comprensión de la realidad en su dolida circunstancia y del posible remedio (¿del alma?), sí, sin duda, ha sido el determinante ético que extraje de siempre, desde que escuchaba a mi madre sus testimonios de los malones mocovíes en San Javier. Y todo era cercano y vívido. Esa puede ser la razón y no ha cambiado.
"Quise expresar el viento, los reflejos del agua, la siesta con zorzales" (Por Beatriz Vallejos). _ Un adelanto de El collar de arena, el libro que reúne la obra de Beatriz Vallejos y que se presentará el sábado 22 en el Festival Internacional de Poesía de Rosario.



La poeta Beatriz Vallejos nació en Santa Fe en 1922. Vivió una buena parte de su vida en la localidad de San José del Rincón, en la llamada “casa del bambú”. Participó intensamente del acontecer poético de su provincia y es autora de una obra significativa. Falleció en 2007.

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